martes, 24 de marzo de 2015

Colectivos sensibles: Adaptación de los puestos de trabajo a trabajadores con deficiencias cognitivas

Disponer de un trabajo remunerado es, sin ningún género de duda, un aspecto esencial para cualquier persona. El trabajo, además de aportar recursos económicos esenciales, facilita alcanzar la integración social y la autonomía personal.

Las personas con discapacidad, del tipo que sea, suelen sufrir diversas desventajas asociadas a sus características personales y a las trabas y prejuicios que la sociedad impone. Para muchas de estas personas, la integración social y la autonomía son elementos altamente deseados, pero extremadamente difíciles de conseguir.



La integración laboral del colectivo de personas sensibles debería ser una prioridad en nuestra sociedad, que se jacta de avanzada. Pero la realidad es otra, con tasas de actividad muy baja (sobre un 35%) y con tasas de paro que duplican o triplican las del resto de población.


¿Qué nos dice la ley de prevención?

La ley de prevención de riesgos laborales, en su artículo 25, establece una especial protección a los colectivos sensibles.

En concreto, incluye en este colectivo:
  • Trabajadores especialmente sensibles a agentes físicos, químicos o biológicos
  • Aquellos trabajadores que tengan reconocida la situación de discapacidad física, psíquica o sensorial
  • Mujeres embarazadas o de parto reciente
  • Menores de 18 años


Centrándonos en el colectivo con discapacidades psíquicas, esta discapacidad puede afectar a diferentes factores:
  • Pueden afectar a la inteligencia, memoria, pensamiento ,
  • Pueden ir asociadas a parálisis o dificultad para coordinar y controlar los movimientos,
  • O a alguna forma de deficiencia psicológica o mental ( alteraciones de conducta y trastornos emocionales)

Esta especial protección se traduce en que se debe evaluar el puesto de trabajo ante las características personales de este colectivo y, en función de éstas, adoptar las medidas preventivas y de protección necesarias.

En el caso de colectivos con deficiencias psíquicas, queda especialmente claro que tenemos que valorar adecuadamente las características individuales a la hora de realizar la evaluación de riesgos.

Por este motivo, al realizar las evaluaciones, deberemos tener en cuenta, especialmente:

Factores cognitivos: Se refieren, principalmente, a los procesos mentales como la percepción, procesamiento, e interpretación de la información relevante en el puesto de trabajo, carga mental y toma de decisiones.

Los desajustes que se detectan generalmente entre las demandas de la tarea y la capacidad de los sujetos con deficiencias psíquicas son:
  • La toma de decisiones complejas
  • El trabajo con otros
  • Atención / concentración

Por tanto, en la evaluación de riesgos, se deberá tener en cuenta y valorar:
  1. La cantidad de información que se recibe
  2. La cantidad de tiempo para dar respuesta
  3. La complejidad de la información
  4. La cantidad de tiempo con atención


Otras situaciones a tener en cuenta en la evaluación serán:
  • La discapacidad puede propiciar problemas de orientación en el espacio, o para recibir el mensaje visual que puedan dar algunas señales.
  • Las emergencias constituyen situaciones de especial riesgo, por lo que debemos tener en cuenta su presencia en las consignas de los equipos de intervención del plan de autoprotección
  • La complejidad de estímulos que supone el tráfico y la circulación de vehículos incrementa el riesgo de atropello o golpes con vehículos.



Medidas de adaptación del puesto de trabajo

En el caso de personas con limitación intelectual, la adaptación del puesto de trabajo puede requerir la implantación de alguna de las siguientes medidas:


  • Adaptar las instrucciones y la descripción de cómo realizar las tareas en función de la capacidad de los trabajadores.

  • Realizar formación específica sobre los riesgos de seguridad e higiene en el puesto de trabajo. Enseñar a los trabajadores técnicas de trabajo que les permitan ser más eficientes y realizar el trabajo sin riesgos.

  • Dedicar tiempo a supervisar, reforzar y realimentar la ejecución del trabajo.


  • Así mismo, otro factor fundamental es actuar fomentando la autonomía e iniciativa de los trabajadores.
    Se recomienda fomentar estos aspectos en los trabajadores, con el fin de que sean más autónomos, dependan menos de la supervisión y, como consecuencia, realicen el trabajo con mayor eficiencia. 
    Algunas recomendaciones que pueden resultar de interés son:
    • Mantener micro-reuniones con los trabajadores al comenzar la jornada y durante momentos estratégicos de la misma para recordarles las tareas que han de realizar y darles instrucciones específicas
    • Reforzar cualquier instrucción con demostraciones. Muchas veces es más efectivo mostrar de forma práctica como se realiza la tarea que explicarla verbalmente o por escrito.
    • Proporcionar a cada trabajador un sistema de fichas gráficas con las tareas que tienen que realizar. En estas fichas también pueden incluirse dibujos o fotografía con los estándares de calidad que se requieren en alguna tarea (por ejemplo, en trabajadores de limpieza, cómo deben quedar los lavabos una vez limpios o con la situación del mobiliario o material en el caso de que tengan que moverlo para realizar una limpieza).
    • Proporcionar refuerzo constante sobre la ejecución de las tareas, de manera que los trabajadores vayan tengan pistas frecuentes sobre la calidad en la ejecución de sus tareas.





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